Historia de la Estación Espacial Internacional

 

Daniel Marín Arcones

Agrupación Astronómica de Gran Canaria

 

  

   El uno de noviembre de 1993, se firmó en Moscú un acuerdo entre la NASA y la Agencia Espacial Rusa para llevar a cabo un proyecto conjunto de estación espacial, fusionando los respectivos programas en este campo, Freedom y Mir 2. Este histórico acuerdo fue propiciado por el clima político de distensión resultado de la desintegración de la Unión Soviética y los problemas económicos a los que se enfrentaba Rusia, incapaz de afrontar por sí sola un proyecto de estas características. Los americanos, por su parte, también tenían importantes problemas en sacar adelante su estación Freedom, aprobada bajo la administración Reagan, cuyo costo se había incrementado espectacularmente en los últimos años, poniendo el proyecto en serio peligro de cancelación por parte del Congreso americano.

 

1. Historia de dos programas

La URSS tenía una gran experiencia en este campo, no en vano en 1971 fue lanzada la Salyut 1, la primera estación espacial de la historia. Otras seis estaciones Salyut la siguieron en los años siguientes (entre ellas dos estaciones militares Almaz). En 1986 se lanzó el primer módulo de la Mir, culminación de quince años de experiencia, que sería la única estación espacial de la humanidad por más de una década, así como la primera en estar habitada permanentemente. En su interior varios cosmonautas batieron el récord de permanencia en el espacio tres veces, estando el actual en posesión de Valeri Polyakov, con 14 meses. La Mir fue también la primera estación modular: en el plazo de una década se acoplaron seis módulos permanentes que la convirtieron en el mayor laboratorio orbital de la historia. Fue diseñada para una vida de unos cinco años, para cuando debía ser sustituida por la Mir 2, una estación enorme cuyo módulo central debía ser lanzado por el cohete gigante Energía. Las dificultades económicas de la época llevaron a cancelar este proyecto tan ambicioso, y la Mir 2 se quedó en una simple Mir mejorada. Sin embargo, el derrumbe de la URSS amenazó con impedir incluso la realización de esta versión, por lo que las autoridades rusas optaron por prolongar la vida útil de la Mir y cancelar el lanzamiento de los últimos módulos, esperando que la tormenta financiera amainase.

La Mir vista desde el transbordador Discovery durante la última misión de acoplamiento en junio de 1998 (STS 91).

 

En los estados Unidos, por su parte, el proyecto originario de la estación Freedom, nacido bajo los auspicios de la administración Reagan, había visto reducido su tamaño cada año, al tiempo que los costes se disparaban y los retrasos se acumulaban. Las dificultades experimentadas por los americanos se debían por un lado a su poca experiencia en el manejo de estaciones espaciales, que se limitaba al Skylab a principios de los setenta, y a la gran complejidad de la Freedom, que requería decenas de lanzamientos del transbordador para ser completada. La incorporación de Japón y la Agencia Espacial Europea (ESA) al proyecto, que se comprometieron a añadir un módulo de investigación cada uno, no mejoró sustancialmente la viabilidad de la estación.

El diseño de la Freedom era fundamentalmente diferente a la concepción soviética de la Mir. Así, en el diseño soviético cada módulo es una nave espacial autónoma con sus propios sistemas de propulsión, energía, comunicaciones, etc., con lo que se requieren pocos lanzamientos para completar una estación de gran tamaño, y a la vez se consigue una alta redundancia de sistemas críticos, lo que robustece el diseño frente a fallos, como demostró la Mir en sus varios años de existencia. Por el contrario, en el diseño de la Freedom, cada módulo es poco más que un espacio presurizado y los sistemas de propulsión o de generación de energía son grandes estructuras que requieren un ensamblaje por parte de los astronautas durante varias horas de actividades extravehiculares (EVAs). Aunque con este último diseño se gana en flexibilidad y optimización de cada módulo, el problema es que la estación tiene que estar prácticamente finalizada para funcionar, con lo que las decenas de lanzamientos necesarios deben tener lugar en el menor tiempo posible, con el consiguiente riesgo de que una catástrofe similar a la del Challenger o del Columbia  paralice la construcción y la estación acabe reentrando en la atmósfera a medio construir.

 

2.Nacimiento de una nueva era

Con el programa al borde de la cancelación por sus altos costes, la NASA empezó a considerar diversas opciones de participación con Rusia para mejorar la Freedom (por ese entonces ya denominada como Estación Espacial solamente). En un principio se pensó en usar naves Soyuz TM rusas, utilizadas para llevar y traer cosmonautas de la Tierra a la Mir, como vehículos de emergencia para la Freedom, puesto que en el diseño original de la estación no existía una nave de este tipo, pero las estrictas medidas de seguridad impuestas tras el accidente del Challenger obligaban a su utilización. El proyecto de un vehículo americano de emergencia (CRV, Crew Return Vehicle) había multiplicado sus gastos, resultando por tanto inaceptable.

En 1992 se produce un avance fundamental en el acercamiento entre los programas espaciales ruso y americano con la firma del acuerdo para la realización de una misión conjunta entre el transbordador americano y la Mir. El año después se firma el acuerdo ya mencionado para la construcción conjunta de la Estación Espacial Internacional o ISS, fusionando los proyectos de la Freedom y la Mir 2. En el marco de la llamada Fase 1, el transbordador espacial se acopla con la Mir en nueve ocasiones y siete astronautas americanos permanecen en ella varios meses entre 1995 y 1998.

Las tripulaciones Mir 24 y STS 89 en Enero de 1989 en el interior del módulo base de la Mir.

      Además nueve cosmonautas rusos viajan en el transbordador en varias misiones. Durante esta fase, ambos países adquieren experiencia en coordinar sus respectivos programas espaciales, así como en la construcción de la ISS: se prueban procedimientos críticos como el acoplamiento del transbordador a una estación, el ensamblaje de módulos (durante la misión STS 74 en 1995, el Atlantis acopló a la Mir un módulo de fabricación rusa), actividades extravehiculares conjuntas, prueba de nuevas tecnologías, etc.

     Ambos países se benefician de esta fase: el dinero en metálico aportado por la NASA para pagar la estancia de sus astronautas en la Mir permite lanzar los dos últimos módulos de esta estación, aplazados por falta de fondos, así como costear gran parte de los gastos de mantenimiento. Además los rusos pudieron usar el transbordador americano y su capacidad de carga como ayuda adicional para mantener en funcionamiento una Mir cada vez más vieja. EE.UU., por su parte, fue capaz de adquirir experiencia en el acoplamiento, montaje y manejo de una estación espacial por un precio irrisorio, recuperando el terreno perdido en este campo. No en vano el récord estadounidense de permanencia en el espacio hasta 2002 estuvo en poder de Shannon Lucid, que vivió en la Mir cerca de seis meses en 1996.

       La participación de Rusia en la ISS fue recibida con gran esperanza por parte de la NASA, que la consideraba indispensable para llevar a cabo el proyecto. Por un lado, dicha participación ofrecía seguridad contra una posible cancelación por parte del Congreso, hecho que dejaría en muy mal lugar la imagen pública de Estados Unidos. Además, muchos políticos americanos se mostraban a favor de esta participación para mantener así a técnicos e ingenieros aerospaciales rusos en sus puestos de trabajo, evitando que trabajasen en programas militares de otros países.

La ISS completada. Simulación por ordenador.

       Para la NASA la colaboración rusa significó resucitar los primeros planes de la Freedom, ya que mientras que los últimos diseños americanos habían visto su tamaño reducido año tras año, el proyecto inicial de la ISS era todavía mayor que la Freedom original, gracias a los módulos rusos. Sin embargo, las principales ventajas de la colaboración no estaban en el aumento de tamaño, la reducción del número de lanzamientos o de horas de EVA necesarias, sino en la flexibilidad que aportaban los diseños rusos.

       Como ya hemos indicado, cada módulo ruso es una nave espacial autónoma con sus propias fuentes de energía, motores y comunicaciones, lo que significaba que la ISS no tenía que ser construida a toda prisa para que estuviese operativa. Además, la estación podía estar habitada prácticamente desde el primer momento, y no esperar a su finalización. Otra gran ventaja fue que el transbordador americano dejó de ser la única forma de acceso de las tripulaciones a la estación, al usarse también las Soyuz TM, que a su vez sirven de vehículos de emergencia. Por otro lado, el uso de las naves automáticas Progress M proporcionarían otra alternativa de transporte de carga. Dichas naves, además, pueden usar sus motores para elevar la órbita de la estación regularmente y contrarrestar el frenado atmosférico, práctica usual en la Mir, así como transportar combustible que se puede trasvasar automáticamente a los diversos módulos. Esto permite eliminar la necesidad de transporte y trasvase de grandes cantidades de combustible por el transbordador, algo prohibido por las estrictas normas de seguridad de la NASA.

 

3. El montaje

       En un principio la primera pieza de la estación debía ser el módulo de servicio ruso (SM, luego conocido como Zvezdá), similar al módulo central de la Mir, que proporcionaría un lugar de trabajo y vivienda para tres astronautas. El primer módulo americano debía ser el Nodo 1, concebido como punto de atraque para módulos americanos posteriores.

       Sin embargo, la NASA no vio con muy buenos ojos el que el primer módulo y el más importante en la primera etapa, fuese ruso. Además, consciente de las deficiencias de la parte americana en cuanto a almacenamiento de combustible y propulsión, propuso que la primera pieza fuese un módulo de servicio de construcción rusa (muy similar a los módulos acoplados a la Mir) construido por la empresa Jrunischev, pero financiado con dinero americano. De esta forma, la parte americana ganaba en capacidad logística. El plan quedó entonces como sigue: el primer módulo sería este módulo de servicio o FGB, que posteriormente sería bautizado Zaryá ("amanecer" en ruso), que sería lanzado en 1997, después el shuttle americano acopló el Nodo 1, luego llamado Unity. La estación quedaría deshabitada hasta el acoplamiento del SM, tras lo cual sería lanzada la primera tripulación ruso-americana bordo de una Soyuz TM. Posteriormente se irían acoplando distintos módulos rusos y americanos hasta su finalización en el 2002.

 

4. Los problemas crecen

       Pero, al poco de aprobarse este plan, Rusia decidió prolongar la vida útil de la Mir como mínimo hasta 1999, algo que no gustó nada en la NASA, ya que mantener la vieja estación suponía gastar gran parte de los pocos recursos económicos disponibles en Rusia para la ISS. La decisión rusa tenía su origen en la creciente impresión entre la clase política del país que la ISS era un proyecto americano en el que se usaba a Rusia poco menos que como mano de obra barata. Además, la compañía Energía informó que no podría tener listo a tiempo el SM por problemas económicos, pese a que el gobierno ruso se comprometió a dar el dinero necesario para su construcción.

Por parte americana, el enorme coste de la estación ocasionó que las críticas al proyecto se multiplicasen. Por si fuera poco, el módulo principal americano, el laboratorio Destiny, había superado con creces el presupuesto asignado y todavía no había sido completado, con lo que se corría el peligro de tener que paralizar la construcción. Por suerte para la NASA, el retraso ruso en la entrega del SM permitió enmascarar en parte los retrasos del laboratorio y otros componentes.

En 1997 la Mir sufrió dos accidentes graves con astronautas americanos a bordo. Inmediatamente, la prensa occidental se hizo eco de estos incidentes, adoptando un punto de vista bastante sensacionalista y dramático. Forzada por la situación, la NASA se planteó la cancelación de las últimas visitas del transbordador a la Mir. Mientras las críticas al programa espacial ruso por parte de políticos americanos se intensificaban hasta cotas absurdas, la NASA se vio en una posición comprometida, ya que Rusia era un socio clave para el desarrollo de la ISS. Al mismo tiempo que algunos políticos discutían opciones para “echar” a Rusia del proyecto, la NASA sabía perfectamente que sin su colaboración no habría jamás una estación espacial. Al final, prevaleció el sentido común y las misiones finales del transbordador se llevaron a cabo sin dificultades. El desencuentro de las dos potencias espaciales impidió incluso ponerle un nombre a la estación. Originalmente, los americanos habían propuesto llamarla  “Alpha”, nombre neutro y eufónico, pero las autoridades rusas se negaron porque daba a entender que se trataba de la primera estación espacial de la historia, mientras para ellos sería solamente una más de la larga serie de estaciones que llevaban lanzando desde la década de los 70. Todo intento de negociación en este punto fue infructuoso y la NASA tuvo que aceptar que el proyecto espacial más complejo de la historia reciente se denominase con un acrónimo tan poco romántico como “ISS”.

Zaryá y Unity acoplados tras la misión STS 88 en 1998.

       A pesar de todos estos contratiempos, el 20 de Noviembre de 1998, casi dos años más tarde de lo previsto, fue lanzado con éxito desde Baykonur el primer módulo de la ISS, Zaryá, mediante un cohete Protón. En diciembre, el transbordador Endeavour acopló Unity con éxito durante la misión STS 88.

      Pese a este buen comienzo, los retrasos con el SM continuaban y además el gobierno ruso seguía decidido a mantener la Mir operativa más allá del año 2000. La desesperación crecía en el seno de la NASA, incapaz de convencer a sus socios para que concentrasen todos sus esfuerzos en la ISS. Mientras la Mir seguía habitada y funcionando, los dos módulos que formaban la ISS orbitaban la Tierra sin tripulación esperando el acoplamiento del Zvezdá. La NASA se vio obligada a asignar misiones del transbordador para mantener el buen estado de la estación hasta que finalmente el SM fuese lanzado. En vista de los continuados retrasos con este módulo, durante varios meses se discutió el posible lanzamiento de un módulo americano denominado ICM que elevase regularmente la órbita de la ISS.

         Consciente de la enorme dependencia de la participación rusa, inestable a largo plazo, la NASA empezó a buscar medidas para reducirla en el futuro cercano: por un lado, alentó la construcción por parte de la ESA de un vehículo de carga automático denominado ATV (Ariane Transfer Vehicle) que pudiese sustituir a las naves de carga Progress. Por otro lado, se creó el programa X-38 para construir un vehículo de escape para la tripulación en caso de emergencia, eliminando la dependencia de las Soyuz. Aunque el programa ATV siguió adelante, el programa X-38, que estaba destinado a ser el primero de una nueva generación de naves tripuladas, fue cancelado en 2002 tras haber realizado unos cuantos vuelos de prueba. Una de las causas del fracaso de este proyecto fue una vez más el tremendo coste del programa, así como la decisión de la NASA de sustituir al transbordador por el Orbital Space Plane para el año 2010, un vehículo que ampliaba las capacidades del X-38.

 

5.Comienza la aventura

         El momento más esperado por todos tuvo lugar el 12 de julio de 2000, cuando el módulo de servicio ruso Zvezdá fue lanzado con éxito desde Baykonur. El 26 del mismo mes se acopló a los dos módulos de la ISS. Por fin la estación podía ser habitada de forma permanente, lo cual se hizo realidad en septiembre, cuando la primera tripulación, William Sheperd, Yuri Gidzenko y Serguei Krikalyov, partieron en la nave Soyuz TM-31.

         A partir de entonces se sucederían las misiones del transbordador para construir la estación y relevar a las tripulaciones. Sin embargo, Rusia continuaba con su intención original de mantener la Mir, aunque al final, la triste  la realidad económica prevaleció sobre las buenas intenciones. Todos los intentos de mantener a la vieja dama del espacio en órbita fracasaron, incluidos estrambóticos acuerdos comerciales con empresas privadas y la posibilidad de su venta a China. Así, el 23 de marzo de 2001 reentraba en la atmósfera y se destruía sobre el Océano Pacífico el símbolo del otrora grandioso programa espacial soviético. Mientras para los rusos fue un día sombrío, la NASA no podía estar más contenta.

El astronauta español Pedro Duque en el interior del módulo Zvezdá en octubre de 2003

         En julio de 2001 el Atlantis acopló la esclusa Quest a la estación, con lo que oficialmente finalizaba con éxito la primera fase de ensamblaje. Después de los difíciles comienzos, todo parecía ir sobre ruedas. Sin embargo, algunos nubarrones oscurecían el brillante futuro de la ISS: el gobierno americano había decidido cancelar el módulo Hab por su enorme coste. En este módulo debían vivir los seis astronautas de las futuras tripulaciones permanentes. Sin el Hab, y tras la cancelación del X-38, las tripulaciones deberían seguir estando limitadas a tres miembros, lo que impedía la participación de astronautas europeos o japoneses, además de obstaculizar seriamente el retorno científico de la estación.

 

6. El desastre

         El 1 de febrero de 2003 la pesadilla de muchos se hizo realidad: el Columbia, el primero y más antiguo de la flota de cuatro transbordadores de la NASA, se desintegraba sobre el cielo de Texas durante la reentrada, matando a sus siete tripulantes. Tras más de quince misiones del transbordador a la ISS, su construcción se vio inmediatamente paralizada y el mantenimiento de la estación, así como la rotación de tripulaciones, recayó por completo en manos rusas, usando las Progress y Soyuz como en la Mir. Muchos se estremecieron al pensar que habría pasado si los rusos no hubiesen seguido siendo parte del proyecto.

La ISS vista desde el Endeavour en noviembre de 2003

         La tragedia del Columbia causó una verdadera conmoción en el seno de la NASA. El accidente del Challenger en 1986 había sido debido a la falta de medidas de seguridad. Sin embargo, en 2003, el control de estas medidas en las misiones del transbordador era casi insuperable. Como resultado, se produjo un replanteamiento total de los objetivos y prioridades del programa espacial tripulado de los Estados Unidos. En enero de 2004, el presidente Bush desveló un plan que fijaba una serie de nuevos objetivos para la NASA. Según este plan, el transbordador debe volver a volar en el 2005, para dedicarse por entero en la construcción y mantenimiento de la ISS hasta el 2010, para cuando será  retirado. En el 2014 deberá ser sustituido por el CEV (Crew Exploration Vehicle), una nave aún sin diseñar que deberá tener capacidad para misiones fuera de la Tierra.

 

7. El futuro

         Hoy por hoy, el futuro de la ISS es ambiguo. Si todo marcha bien, durante esta década será finalizada y se convertirá en la estación espacial más duradera, cara, compleja y exitosa de la historia. Sin embargo, si finalmente la flota de transbordadores es retirada en el 2010, su mantenimiento quedará a cargo de los socios de Estados Unidos en el proyecto, con lo que su futuro a largo plazo es bastante incierto.

         Lo que nadie pone en duda es que la experiencia cosechada en su diseño, montaje y mantenimiento no tiene igual en la historia de la conquista del espacio. Nunca tantas naciones habían colaborado para llevar a cabo un proyecto espacial tan ambicioso, que será el referente de la exploración espacial del siglo XXI.

 

Daniel Marín Arcones

15-1-2004

Sugerencias y comentarios a: skydma@hotmail.com

 

Enlaces:

http://spaceflight.nasa.gov/home/index.html: página oficial de los programas tripulados de la NASA. Aquí se puede encontrar toda la información sobre la ISS, aunque no aporta tanta información sobre la participación rusa.

http://www.astronautix.com: La Enciclopedia Astronáutica. Aquí está todo lo referente a la exploración espacial.

http://www.energia.ru/: página de la empresa Energia, constructora de las naves Progress, Soyuz, la estación Mir y el módulo Zvezdá

http://www.russianspaceweb.com/: mucha información sobre el programa espacial soviético y ruso.

http://www.rosaviakosmos.ru: la página oficial de la agencia espacial rusa (antes conocida como RKK).

 

 Bibliografía:

-The MIR Space Station: A Precursor to Space Colonization. David M. Harland. John Wiley & Sons,1997.

-Russia in space: the failed frontier?. Brian Harvey. Springer Verlag, 2001.

-International Space Station : A Space Mission (Countdown to Space). Michael D. Cole. Enslow Publishers, Inc., 1999.

-Soyuz: A Universal Spacecraft. David Shayler, Rex Hall. Springer Verlag, 2003.

-Space Station Directory. Andrew Lawler. Pasha Publications, 1990.


   

© AAGC