Por Luis M. Gil Muriel

Última actualización 2 de junio de 2003

Lo Primero es lo Primero...

Tarde o temprano cualquier aficionado a la astronomía se ve en la necesidad de adquirir un telescopio, sobre todo para profundizar en sus observaciones y estudios en esta bella rama del saber o, más raramente, por puro capricho. Llegado ese momento se plantean varias cuestiones inquietantes: ¿Cómo sabremos qué modelo elegir entre las numerosas ofertas del mercado? ¿Qué instrumento se adaptará mejor a nuestras necesidades? ¿Será mejor el más grande? ¿Tendré suficiente dinero?...

Pero, ¿son esas las preguntas que uno debe hacerse antes de lanzarse...? Después de más de 20 años en la afición, creo honestamente que no. Lo primero que uno debe preguntarse es si sabe distinguir los planetas de las estrellas a simple vista, si sabe cuáles son las principales constelaciones y dónde están situadas en cada momento del año, cuáles son las estrellas más importantes; o si uno sabe, a groso modo, cómo funciona la mecánica celeste... ¿Hacia dónde, si no, vamos a apuntar el telescopio...? Bien, si la respuesta a esas preguntas es otra pregunta, lo mejor que uno debe hacer es gastarse el dinero en una "Guía de Campo de Astronomía" y unos buenos prismáticos de 7 x 50. Es seguro que disfrutará mucho más de esa inversión

El aficionado nóvel, y no tan nóvel, que da sus primeros pasos en este terreno se encuentra perdido ante los numerosos anuncios que aparecen en las revistas de astronomía. Si no cuenta con la ayuda de un amigo experto en estos temas, que sepa orientarle adecuadamente, puede dejarse engañar por una publicidad artificiosa o por sus propios prejuicios acerca de lo que debería ser un telescopio. Después llega la desilusión, el desencanto y el aburrimiento. El telescopio queda arrinconado como mero objeto decorativo que sólo se utiliza para enseñarle la luna a algún familiar o amigo, y eso en el mejor de los casos... Hoy en día puedes consultar los foros, como el de Astrored, en la dirección foros.astrored.org y formular una pregunta que será rápidamente contestada por algún experto.

No obstante, existen ciertos parámetros que, a mi juicio, han de analizarse detenidamente, como factores orientativos, antes de decidirse a adquirir un telescopio. Y de entre todos, hay tres fundamentales:

- COSTO

- PRESTACIONES

- TRANSPORTABILIDAD

Pero antes de estudiar detalladamente estos tres puntos, vamos a desarrollar algunos conceptos que todo aficionado debería conocer y dominar.

 

ACLARANDO CONCEPTOS TÉCNICOS

Cortesía S&T

 

Los telescopios se dividen, hablando en términos generales, en refractores, reflectores y catadióptricos. En el primer grupo se engloban también los gemelos de teatro, gemelos prismáticos y los catalejos y anteojos terrestres o de larga vista y, por supuesto, los telescopios refractores astronómicos propiamente dicho. Todos ellos constan de un sistema de lentes. Dentro del segundo grupo es muy popular el reflector de Newton, inventado por Sir Isaac Newton, (el de la manzana y la fuerza de la gravedad...), que funciona mediante una combinación de espejos (uno cóncavo y otro secundario plano, ambos aluminados por una de sus caras), que concentran la luz en el ocular. Hoy en día los aficionados se decantan en número creciente por los telescopios llamados catadióptricos del tipo Schmidt/Cassegrain (S/C), que se basan en un complicado sistema de espejos y lente correctora, con cuya combinación se consigue acortar aproximadamente en una cuarta parte la longitud del tubo, y que son muy populares entre los aficionados.

Entre los telescopios refractores, los más simples son los que encontramos en cualquier tienda del ramo de productos fotográficos. Estos 'anteojos' suelen estar provistos de objetivos de 30 a 60 mm de diámetro y proporcionan de 10 a 25 aumentos. Pueden tener un "zoom" y en ese caso obtenemos una gama de 10 a 40 aumentos. Técnicamente esto se consigue separando más o menos las lentes del ocular. Estos modestos instrumentos son los que suelen utilizar los aficionados a la naturaleza para observar las aves y otras especies de animales. Ambos pueden usarse para realizar observaciones astronómicas, pero con el inconveniente de que ofrecen un campo muy reducido de visión; contrariedad que podemos paliar sustituyendo el ocular terrestre de que están provistos por otros astronómicos, con lo que ganaremos en campo y luminosidad e incluso en nitidez si éstos son de calidad. Añadiré la ventaja de que usando varios oculares de distintas focales obtendremos varios aumentos distintos.

Si buscamos más calidad, tenemos los refractores acromáticos-antirreflejantes, que por sus características son ya más propiamente astronómicos y que incluyen un soporte, un par de oculares, filtros solar y lunar y un pequeño anteojo buscador de 6 ó 7 aumentos con un retículo, acoplado al tubo principal. Entre estos se han hecho muy popular los llamados "chinos", que fabrica la casa Synta, y que se venden en España y otros países con las marcas SkyWatcher, BlueStar, Celestron, Helios y alguna otra. Son bastante económicos y tienen muy buena relación calidad-precio.

El "no va más" en el campo de los refractores lo copan los llamados apocromáticos o de óptica de fluorita que, como más adelante veremos, presentan el inconveniente de su elevadísimo precio.

Si durante la primera mitad de este siglo los aficionados se decantaban claramente por los refractores, de un tiempo a esta parte se está dando precisamente el fenómeno contrario. Los reflectores son ahora los preferidos; pero el motivo es obvio: un reflector es mucho más económico que un refractor a igualdad de abertura e incluso el propio aficionado, si es algo mañoso, puede fabricárselo. Los refractores requieren unas técnicas de fabricación muy precisas y, por lo tanto, muy costosas. Están compuestos de dos vidrios -crown glass y flint glass- con la finalidad de suprimir la aberración cromática (colores falsos), y ambos han de ser homogéneos y respetar un índice de refracción y densidad determinados. Por otra parte las cuatro caras han de ser trabajadas individualmente de tal modo que respondan a radios de curvatura exactos. Sin embargo, los espejos de los reflectores se pueden tallar en vidrios más simples pues los rayos de luz no los van a atravesar y en consecuencia sólo llevan una cara trabajada. Y en lo que respecta al radio de curvatura nos va a dar igual que sea un poco más corto o más largo, ya que la luz no es refractada, sino que se concentra en un único punto.

Hemos de tener en cuenta que una de las cosas que va a hacer el telescopio (y que no hacen otros instrumentos ópticos), es trabajar en la oscuridad y, generalmente, tratando de captar objetos verdaderamente débiles y difusos. Es obvio que lo que nos interesa es poder captar la mayor cantidad de luz posible. Unos pequeños prismáticos que en pleno día pueden parecer maravillosos, tal vez nos decepcionarán observando las estrellas.

Conozcamos, antes de nada, las características de los objetivos (lentes y espejos, indistintamente):

  • Poder Colector de Luz: Por definición es la cantidad de luz captada por un objetivo, pero para simplificar las cosas se la conoce por la magnitud estelar más débil perceptible sin medios fotográficos. Se halla generalmente mediante la fórmula:

 

m = 5 x logD + 2

 m = Magnitud más débil perceptible.
D = Diámetro del objetivo expresado en mm.

 

  • De esta fórmula se desprende que la característica verdaderamente importante a tener en cuenta en un telescopio no son los aumentos, sino el diámetro del objetivo. A más diámetro mayor resolución, y estrellas y objetos más débiles.

 

  • Poder Resolvente o Resolución: Define el poder de separación de un objetivo y suele expresarse en segundos de arco. Para calcularlo basta dividir 120'' por la abertura del objetivo en mm. De aquí se desprende que cuan mayor sea el objetivo el resultado será un número más pequeño y por lo tanto mayor será el poder de resolución teórico, permitiéndonos distinguir detalles más finos.
R = 120" / D
R = Resolución
D = Diámetro del objetivo en mm
 
  • Aumentos: A cualquier persona que le comento de pasada que poseo un telescopio, invariablemente me pregunta: "¿Y cuántos aumentos tiene...?"
Bien sabido es que, cuando hablamos de telescopios, la palabra "aumentos" tiene una sonoridad casi mística al oído del ciudadano de a pie e incluso para el aficionado neófito. Tanto es así que muchas veces se decide a comprar un telescopio pequeño porque el vendedor, (que a menudo tiene menos idea que el comprador), se las promete muy feliz a la hora de "sacarle aumentos" y le asegura con una amplia sonrisa que con este modesto aparato puede obtener si lo desea 300 o 400 aumentos. Bueno, eso es sólo una verdad a medias...

Para conocer el número de aumentos de una combinación objetivo-ocular hemos de dividir la distancia focal del primero por la del segundo en la misma unidad de longitud. Por ejemplo: tomemos un espejo de un metro (1000 mm) de distancia focal y un ocular de 20 mm ¿Qué aumentos obtendremos?

A = F / f
A= Aumentos
F= Distancia focal del objetivo en mm
f = Distancia focal del ocular en mm
 A = 1000 mm / 20mm = 50 aumentos 

El aficionado novato se empieza a frotar las manos: si empleamos oculares de distancia focal más y más corta podremos conseguir aumentos tan enormes como deseemos... Pero todo tiene un límite. Al incrementar el número de aumentos perdemos luminosidad y campo de visión, factores ambos cuyo detrimento dificulta notablemente la observación. Si utilizamos fuertes aumentos observamos simples borrones sin detalle alguno y, por tanto, sin información aprovechable.

El número de aumentos con el cual, teóricamente, llegan al ojo del observador todos los detalles que son capaces de captar la combinación "objetivo y ojo", está definido por el valor obtenido de dividir el diámetro del objetivo en mm por 2 y se denomina "aumento resolvente". Para hallar el aumento máximo recomendable, en vez de dividir, se multiplica por 2. Si con aberturas pequeñas podemos "forzar" los aumentos y el máximo puede llegar a x2'5, en cambio con aberturas grandes no es recomendable llegar al factor x2. Con buena transparencia del cielo y buena óptica podemos conseguir x3.

Pero ¡cuidado! Aunque la calidad de la óptica sea excelente hay otro condicionante ajeno por completo a los factores que vamos a analizar: la atmósfera.

En la práctica en rara ocasión se dan unas condiciones óptimas que nos permitan sacar partido al 99 % de nuestro flamante telescopio. Las turbulencias, la neblina, la polución luminosa de las grandes y pequeñas ciudades, constituyen barreras prácticamente infranqueables que empobrecen la calidad de las observaciones. Hace diez años yo observaba desde la terraza de mi casa: ¡hoy tengo que desplazarme diez o veinte kilómetros si deseo sacar el mismo partido a mi telescopio!

  • Soportes de Telescopios:
Un buen telescopio es sólo la mitad de bueno si la montura falla. Muchos aficionados construyen un gran telescopio y se olvidan de un punto fundamental: construir una buena montura. Existen dos tipos, acimutales y ecuatoriales. ¿Cómo es una buena montura? Pues suele ser pesada. Una montura buena no tiembla. Hay que pensar que vamos a observar objetos extremadamente lejanos y puntuales. Necesitamos estabilidad.
  • Acimutales: Es el modelo más sencillo. Permite movimientos en la vertical y en la horizontal, por lo que para seguir un astro cualquiera hay que mover los dos ejes al mismo tiempo. Este tipo de montura es muy usada por los aficionados a la "caza de cometas" y por los observadores de estrellas variables. Existe una variedad llamada de Dobson o de "caja" que últimamente se ha hecho muy popular debido a su facilidad de transporte y de manejo, al tiempo que resulta muy económico. La montura tipo Dobson, además, es muy fácil de construir y tremendamente económica. Es un primer paso excelente para el aficionado que empieza.
  • Ecuatoriales: Constan de dos ejes, uno de los cuales es paralelo al eje de rotación de la Tierra y se denomina eje horario, polar o de ascensión recta; así podemos seguir el movimiento de un astro con sólo desplazar este eje en sentido contrario al de la rotación de la Tierra pero con la misma velocidad angular. El otro eje, denominado eje de declinación, sólo se utiliza para localizar el objeto que deseemos observar o para efectuar pequeñas correcciones en su seguimiento; el resto del tiempo permanece fijo.
A su vez hay distintas variantes entre las monturas ecuatoriales según su diseño: alemán, de horquilla, etc...

EL COSTE -

Existe una extensa gama de modelos en el mercado que pueden desorientar al comprador sin conocimientos técnicos. Insisto: ¡dejémonos aconsejar por el amigo experto!. Antes de adquirir un telescopio es mejor que consulte todos los anuncios publicitarios de las revistas de astronomía que se editan en su país o en otros países. Pregunte en los foros de internet. Llame a cada vendedor y pregúntele por las condiciones y plazos de entrega. Si le dejan probar el telescopio antes de comprarlo, mejor que mejor. Asegúrese de sus derechos como consumidor. Exija una garantía y un razonable plazo de entrega. No está pidiendo nada especial, sino exigiendo sus derechos. Si le es posible, pruebe varios telescopios antes de adquirir uno. De ese modo sabrá qué tipo de telescopio es el que le conviene. A veces unos centímetros de apertura de más le resultarán un serio problema para transportar su telescopio y, en la práctica, acabará por usarlo poco. En su agrupación local seguro que hay personas que se alegrarán mucho de poder asesorarle. Escríbame (luismgil [arroba] yahoo.com) si aún tiene algunas dudas.

Si la cualidad que más se destaca en la publicidad de un telescopio son los aumentos, significa que el vendedor le está tomando a usted por tonto. Mi consejo es que no compre ese telescopio o se arrepentirá.

Normalmente el coste de un telescopio es directamente proporcional a la calidad de su óptica, pero no siempre es así. Ciertas marcas comercializan instrumentos con un aspecto externo absolutamente deslumbrante, pero cuando vemos las características técnicas observamos decepcionados que se han olvidado de indicar el diámetro del objetivo (dato fundamental en todo telescopio astronómico). Los fabricantes más prestigiosos a menudo también ofrecen un buen servicio técnico post venta. Por desgracia, en España este servicio suele ser demasiado desesperantemente lento. Esto ha de tenerlo usted en cuenta muy especialmente si adquiere un telescopio catadióptrico. Cualquier fallo en la óptica o el motor no podrá solucionarlo usted solo y deberá enviar el aparato a fábrica.

Es un hecho probado que un telescopio de menor abertura, pero de mayor calidad óptica, ofrece mejores imágenes que otro de mayor abertura pero de menor calidad óptica. Sin embargo, no podemos esperar ver lo mismo, por ejemplo, con un reflector de 100 mm que con un reflector de 200 mm de igual calidad.

Con las imágenes astronómicas ocurre que el más leve defecto de las lentes o espejos disminuye abismalmente la calidad de las mismas. Los defectos más usuales son aberración cromática, imágenes neblinosas, coma y doble imagen. Los defectos en la óptica son tan sutiles que no se aprecian en pleno día, observando objetos terrestres, sino que hay que observar alguna estrella brillante -más o menos de 2ª magnitud-, por la noche, para poder comprobarlos.

En cuanto a la mecánica, sobre todo en lo que se refiere al soporte o montura del telescopio, hay que tener en cuenta que es también un factor fundamental. Y en este punto hay que reseñar una regla de oro: la montura ha de ser robusta y debe ir equipada con movimientos lentos en ambos ejes. Los soportes endebles que se echan a temblar en cuanto se los roza, con trípodes finos y largos, a veces casi esqueléticos, de plástico o metales baratos (alumino), son muy comunes en los aparatos de bajo precio. Hay que huir de esas "gangas", de lo contrario la más leve brisa será un grave inconveniente a la hora de realizar observaciones. Vigile, pues, con gran atención la montura, o las imágenes estarán bailando frenéticamente en el ocular y no podrá ver nada

Precios: Evidentemente dependen del fabricante, a veces del comerciante, y, por supuesto, de si hay muchos intermediarios. Pero vamos a aventurarnos a dar un baremo aproximado que pueda servir de orientación al lector:

  • COMPRAR UN REFRACTOR
Los más modestos oscilan entre las 100€ y los 300 €. Tienen una abertura entre 40 y 60 mm y vienen montados sobre pie azimutal. Si llevan, además, tratamiento antirreflejante el precio puede llegar a las 350€. Hágame caso: No compre esos telescopios a no ser que desee regalarlos por Navidad...  Diámetros mayores de 60 mm oscilan entre las 390€ y las 1600€, suelen venir equipados con movimientos lentos en ambos ejes y con una caja de accesorios. Los mismos telescopios sobre pie ecuatorial pueden subir hasta las 1200€, dependiendo de los modelos. Estos son los típicos telescopios de discreta calidad, que pueden traernos más de una decepción. Por esos precios no puede esperar encontrar un buen refractor, ni aún de segunda mano, evidentemente. Ahora hay unos modelos fabricados en china, de los que hablé unas líneas más arriba, que pueden merecer la pena. De estos modelos es normal que traigan defectos ópticos en un porcentaje relativamente medio-alto, pero si tenemos la suerte de dar con un modelo bueno, sin defectos, habremos conseguido un buen aparato tirado de precio.

Los buenos refractores no son generalmente económicos. Hay que tener en cuenta que llevan muchas superficies ópticas trabajadas y ello encarece los costes de fabricación. Si a ello añadimos una buena montura, ¡imagínese! En este sentido, los precios de las buenas casas centroeuropeas no son competitivos comparados con el mercado norteamericano o el japonés.

Un buen consejo: si su presupuesto es escaso, antes de comprar un telescopio refractor barato, de los que ofrecen al público en masa en los grandes almacenes u ópticas, a precios de oferta, ¡cómprese unos buenos prismáticos y una guía de campo de astronomía! ¡Disfrutará más y no se lamentará!

Si nos referimos a los telescopios que incorporan óptica de fluorita de calidad, los precios se hacen absolutamente prohibitivos: Un buen refractor de 102 mm, sólo el tubo,  puede llegar a 3.000€ como mínimo. Los buenos, como AstroPhysics o Takahashi, rondan los 6.000€.

  • COMPRAR UN REFLECTOR
Los telescopios reflectores son mucho más económicos. Casi todos superan los 100 mm y oscilan desde menos de 600€ hasta un tope de, digamos, unos 2.000€. con montura ecuatorial y muchos accesorios.

Si nos conformamos con una montura Dobson o de "caja" podemos encontrar un telescopio de 250 mm por unas 900€, equipado con buscador y seguramente un par de buenos oculares. Aunque hay que reseñar que no es aconsejable usar grandes aumentos con este tipo de monturas debido al problema del seguimiento. para empezar es aconsejable un reflector del tipo Newton, con montura de tipo Dobson, de unos 150 mm de diámetro el espejo principal. Es un aparato portátil que nos permite observar muchísimas cosas por mucho menos de 600€.

Los catadióptricos, por fin, vienen a resultar bastante caros. A partir de los 2.000€. y hasta incluso 12.000€. si es un modelo muy grande y totalmente informatizado. Con estos modelos, mediante unas sencillas operaciones de centrado, apretando un botón, podemos apuntar rápidamente a casi cualquier objeto celeste. Esto puede traducirse en más tiempo para observar, pero generalmente nos impedirá conocer bien el cielo.

  PRESTACIONES -

¿Reflector, refractor o catadióptrico? Existe una vieja afirmación que asegura que a igualdad de diámetro y de calidad óptica un refractor supera al reflector en nitidez. Pues bien, esto es totalmente cierto y doy fe de ello en estas líneas, ya que lo he comprobado personalmente en muchas ocasiones. Incluso si la óptica del refractor no es todo lo buena que debiera, el contraste es superior y más complaciente estéticamente que en un reflector. Este último debe llevar un pequeño espejito secundario interpuesto en medio del campo de captación de luz del objetivo, que le resta nitidez. No obstante, debido a la sustancial diferencia de precios, hoy en día realmente cuesta mucho decidirse.

Pues bien, si usted ya se ha leído las guías de campo y sabe distinguir lo que son estrellas de lo que son planetas, hágase a sí mismo  estas preguntas: ¿Qué va a observar usted? ¿Desde Dónde va a observar usted?

Yo, por ejemplo, poseo desde hace más de 20 años años un reflector de 100 mm y ofrece una calidad de imagen que no he encontrado en otros reflectores. Se ve perfectamente el disquito de Airy al observar estrellas a gran aumento y quien observa por él suele felicitarme por la satisfacción que produce. Claro que es un f/10 (focal larga), y me gusta ser perfeccionista en los detalles técnicos del centrado óptico. La importancia de la distancia focal es indiscutible. Los reflectores de distancia focal corta padecen un defecto casi incorregible: la coma. Es decir, las estrellas no se ven como un puntito, sino como una coma ortográfica, sobre todo en los bordes del campo de visión. ¡No nos decepcionemos después!

Un refractor suele ser un instrumento noble, que nos va a durar toda la vida y por el que, técnicamente, no hemos de preocuparnos demasiado pues siempre está dispuesto para observar. Si la óptica es buena, las imágenes serán siempre excelentes, nítidas hasta la exageración, y es muy raro que se descentren las partes ópticas (muy mal habíamos de tratar el telescopio). El tubo es cerrado y eso impide que se formen corrientes de aire en su interior. Su inconveniente radica en que suelen ser largos y pesados. Si tiene que transportarlo en coche es muy probable que lo note en su tapicería. Además presentan colores falsos en los bordes de la imagen (violaceo y amarillento), si las lentes no son de alta calidad.

Los espejos de un reflector hay que aluminizarlos periódicamente (más o menos cada diez años) y se ven más afectados por las inclemencias meteorológicas. El tubo es abierto y ello se traduce en polvo en los espejos. No importa lo bien tapado que esté. Además, cualquier golpe puede descentrar los espejos, que luego hay que volver a ajustarlos delicadamente para obtener buenas imágenes, las cuales no siempre se obtienen. Existe otra pega: los espejos de mayor diámetro tienen que equilibrar la temperatura con la del ambiente para funcionar adecuadamente; esto implica sacar el telescopio al exterior como una hora antes de ponerse a observar. A partir de 150 mm hay que aumentar bastante este tiempo. Como hemos dicho, si la focal es larga, no hay mucho problema; y la ya mencionada interposición del pequeño espejito secundario y sus soportes que, aunque no interfiere una cantidad de luz significativa (ésta es prácticamente despreciable), sí que nos va a disminuir la nitidez de las imágenes cuando la focal es corta.

Desde luego, uno debe plantearse qué es lo que desea observar con más asiduidad. Si nos gusta el sol, la luna o los planetas se impone el refractor, ya que lo que nos interesa es la nitidez de la imagen más que la luminosidad. También debo añadir que un reflector de focal larga con un buen espejo puede servirnos igualmente para estos propósitos, pero hemos de contar un espejo objetivo de gran calidad. Ya se ha dicho más arriba que hoy en día los aficionados se inclinan más por los S/C, debido a que es un telescopio compacto, más transportable y relativamente económico si lo comparamos, por ejemplo,  con un refractor de óptica de fluorita (lo cierto es que la calidad de las imágenes no es igual ni por asomo). Lo peor es que los defectos técnicos, como dijimos más arriba, no podemos repararlos nosotros, y hay que mandar el telescopio a fábrica, lo cual significa muchas veces meses de larga espera. Si, por el contrario nos gusta el "deep sky" - término inglés que significa "cielo profundo"-, es decir, la observación de galaxias, nebulosas, cúmulos globulares o la "caza de cometas", hemos de buscar mayores y mayores aperturas. Los refractores de más de 100 mm, como dijimos, resultan prohibitivos, de modo que el aficionado medio se decanta por el reflector newtoniano. Y si deseamos realizar fotografías, nos veremos en la necesidad de comprar una buena montura ecuatorial que sea firme y robusta, equipada de movimientos lentos y suaves, y automatizada, en la que habremos de invertir una buena suma extra o bien conformarnos con una abertura menor. Sin embargo, si la fotografía no interesa demasiado, se puede optar por una montura tipo "Dobson", que es muy económica y, con lo que ahorramos, elegir un diámetro mayor.

  TRANSPORTABILIDAD -

Observar el cielo estrellado desde las ciudades es comparable a observarlo desde el campo si nos hemos dejado puestas, en un cómico despiste, las gafas de sol. Por lo tanto hemos de pensar que lo más seguro es que tengamos que desplazarnos, cargando con el telescopio, a un punto alejado de las molestas luces de las ciudades. Esto plantea el engorroso inconveniente de su transporte. El célebre astrónomo D. José Comás y Solá afirmaba que un instrumento de 200 mm es ya un aparato de observatorio. Pero hoy en día no se puede afirmar tal cosa, pues los fabricantes, en su constante empeño por mejorar del producto final, piensan en todos estos inconvenientes y revisan hasta el último detalle para que, por ejemplo, un S/C de 255 mm nos lo podamos llevar al campo más o menos cómodamente en el maletero del coche. Pero para que el manejo de estos aparatos por una persona sola resulte una tarea inocua, se ha de seguir todo un "ritual" de montaje con una serie de pasos cuyo orden es fundamental. La gran ventaja de un catadióptrico (S/C) es que ocupa muy poco espacio debido a su diseño óptico, de modo que el problema a mayor abertura no es la distancia focal (condicionante en los refractores y reflectores Newton de la longitud del tubo), sino el peso de su óptica. Para una persona digamos de complexión normal, el límite puede estar en un 250 mm. Con aberturas mayores, su elevado peso hace que resulte tremendamente complicado el hecho de montar y desmontar el tubo óptico en su soporte. Tengamos en cuenta, además, que el S/C no es un telescopio barato. Si se nos cae al suelo ¡menudo disgusto!

Los refractores pueden tener el inconveniente de su longitud, a no ser que sean APO, o de fluorita, y no olvidemos que al tener que observar desde el extremo del tubo podemos encontrarnos con problemas al observar objetos situados cerca del cenit, lo cual se soluciona con un prisma cenital que incluye ya el fabricante en la caja de accesorios. Este prisma puede llevar a confusión ya que invierte las imágenes.

Los reflectores del tipo Newton plantean el contratiempo de su volumen. Un Newton de 200 mm puede resultar no sólo problemático de transportar, sino ciertamente peligroso. Su elevado peso, unido a su notable volumen, puede convertir una sencilla jornada de observación en una arriesgada aventura.

Por todas estas razones, siempre que no dispongamos de un observatorio fijo hay que plantearse con seriedad si realmente merecen la pena esos 50 mm de más...

  • POSIBILIDADES DE OBSERVACIÓN
Para ir abriendo pupila he creído oportuno añadir a estos consejos algunos escuetos apuntes de lo que el aficionado va a poder observar con los instrumentos que abarca este artículo; con el añadido de que no es que el que os escribe estas líneas haya sacado este texto mediante 'copy/paste', sino que lo ha comprobado observando por los distintos instrumentos que os apunto más abajo:

Experimentados observadores, como D. José Luis Comellas, relatan auténticas maravillas con sólo un refractor de 75 mm. Otros no consiguen ver ni la mitad con un reflector de 150 mm. La lección es clara: a observar también se aprende.

- Refractores de 40, 50 y 60 mm: Resultan muy aconsejables para el aprendizaje de la observación. Entre otras ventajas destacan que son económicos y por su escaso peso y volumen, transportables. Podemos iniciarnos en el estudio del sol: manchas y fáculas (¡siempre con un buen filtro solar!). Cráteres, circos y ranuras de la luna. Fases de Venus. Bandas y satélites de Júpiter. Anillo de Saturno. Urano y Neptuno. Cometas brillantes. Nebulosas y cúmulos del catálogo de Messier. Dobles de hasta 5" de separación y variables y novas hasta la 10ª magnitud.

- Refractores de 75-80 mm: Podemos añadir al párrafo precedente las fases de Mercurio. En Marte los "mares", el casquete polar y algún "canal". Incluye la división Cassini en el anillo de Saturno y varios de sus satélites, sobre todo Titán. Variables y novas de hasta la 11ª magnitud y preciosas dobles.

- Reflector de 100 mm: La granulación solar, sobre todo por proyección o, si el sol está próximo al ocaso, con un buen filtro. ¡Nunca observar el sol directamente! Ciertos detalles en planetas: bandas en Saturno, tránsitos de los satélites de Júpiter sobre el disco..., asteroides, variables y novas hasta la magnitud 12. La bella "doble-doble" Epsilon de Lyra.

- Reflector de 150 mm: Se trata de un aparato serio. Alcanza la magnitud 13 y separa dobles de hasta 0"8. La nebulosa de Orión M-42 ofrece un espectáculo impresionante. Galaxias débiles.

- Reflector de 200 mm: Instrumento poco transportable. Con él pueden detectarse detalles finísimos tanto en la luna como en los planetas. Alcanza fácilmente la magnitud 13,5.

- Reflector de 250 mm: Necesita de excelentes cielos, pues con estas aberturas afectan ya mucho las turbulencias atmosféricas. Pueden observarse a placer galaxias muy débiles. La mayoría de los cúmulos los resuelve en estrellitas individuales. El satélite de Júpiter Amaltea, y de Saturno casi todos. Puede intentar localizarse el satélite de Neptuno Tritón, que tiene movimiento retrógrado. Cometas muy débiles. Todos los objetos del catálogo de Messier con todo lujo de detalles. Búsqueda de supernovas en galaxias lejanas.

 

Última actualización 2 de junio de 2003
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