La astrología puesta en duda por las ciencias

¿Ciencia, arte, hecho social, creencia, impostura o puro engaño?


Christian Nitschelm




¿Qué es la astrología?

¡Por cierto!, ahí está una pregunta importante e interesante, mientras tanto su influencia sobre el quídam medio y las sociedades occidentales está creciendo más y más en este principio de siglo XXI. Que lo queramos o no, la astrología se está volviendo un hecho social casi ineludible...

...y ha generado un imperio económico dentro de numerosos países occidentales.

Sin embargo, el estatuto real de la astrología queda muy borroso en el espíritu de la mayor parte de los que entienden hablar de este tema, lo que significa la inmensa mayoría de la gente, por lo menos dentro de los países de cultura occidental. Aun dentro el mundo universitario, pocas personas están realmente capaces de tener una idea clara de lo que significa la palabra "astrología" y de lo que se esconde detrás.

Dentro de ciertos países como India y China, ella ha impregnado la cultura desde numerosos siglos, mientras tanto, en Occidente, el siglo XX habría sido lo de su vuelta en fuerza, paralelamente a numerosas otras creencias que habríamos podido pensar desaparecidas después el triunfo de las luces al siglo XVIII y al advenimiento del pensamiento racional durante el siglo XIX.

Damos aquí una definición de una palabra que tiene una consonancia casi científica:

Astrología o más bien dicho, astromancia: Arte de determinar y de prever el destino del hombre mediante estudios de las llamadas influencias astrales, así como la ubicación de los planetas más importantes, los aspectos, los signos zodiacales. Afirmación de una relación no probada científicamente entre el hombre y el cosmos.

La astrología europea viene de un pasado lejano. Después más de dos mil años de una astrología exclusivamente real utilizada en Mesopotamía, la influencia de ciertas corrientes filosóficas griegas (especialmente los estoicos) durante la época helenística la transformó en lo que conocemos ahora. Pero fueron Posidonio de Apamea (estoico del principio del primer siglo antes de nuestra era) y especialmente Claudio Tolomeo (segundo siglo de nuestra era) que la codificaron e impusieron sus reglas de uso, las cuales no cambiaron más hasta nuestra época (con la excepción notable de las numerosas definiciones divergentes, y por otra parte incompatibles entre ellas, de las mansiones (o casas) astrológicas propuestas entre los últimos siglos del imperio romano y nuestra época). La astrología fue después largamente considerada como una ciencia durante toda la Edad Media y el Renacimiento. Ocurrió solamente durante el siglo XVII que su estatuto de ciencia fue retirado en varios países occidentales. En Francia, fue finalmente el ministro Colbert quien excluyó la astrología de la lista de las ciencias y prohibió su enseñanza en 1666...

En efecto, confirmando las ideas de ciertos filósofos de la Antigüedad (los escépticos, Carneado, Cicerón, Favorinus de Arles, San Agustín), el análisis científico había mostrado desde largo tiempo que la astrología era construida desde sus orígenes sobre bases totalmente irracionales y no pudo en ningún caso estar clasificada entre las ciencias, pero solamente dentro las ciencias falsas.

Las ciencias falsas o seudo-ciencias: Doctrinas de carácter esotérico desprovistas de algún valor científico, asimilables a las creencias o a las imposturas y basadas en afirmaciones indemostrables y no verificables resultadas frecuentemente de dominio irracional. Los adeptos a estas seudo-ciencias intentan, frecuentemente con virulencia, hacerlas pasar por verdaderas ciencias, mientras tanto ciertas sectas no tienen ninguna hesitación para usarlas.

En este principio de siglo XXI, la astrología queda siempre totalmente inaceptable a través de una visión científica del Universo por un gran número de razones: Imposibilidad completa de conocer el futuro (por simple aplicación del principio de incertidumbre de Heisenberg); Ausencia de bases científicas; Divergencias enormes entre astrólogos; Naturaleza arriesgada, y a menudo que no puede comprobarse, de las predicciones astrológicas; Naturaleza borrosa, incluso indefinible, de las llamadas influencias astrales, etc.

Entonces, ¿qué es la astrología si no es una ciencia? ¿Un arte? Ciertos astrólogos les encantarían hacernos creerlo. Pero un razonamiento riguroso muestra más bien que la astrología no es más que, por lo mejor, una simple resurgencia de una creencia religiosa de tipo griego-romano o que, por lo peor, una simple impostura histórica cuya utilización la más común no ha sido otra cosa que charlatanería desvergonzada, con tarifas bastante confortables y desproporcionadas.

"Un astrólogo no sabría equivocarse siempre" (Voltaire)

Ciertas afirmaciones con carácter delirante pueden hacer sonreír cada uno, especialmente cuando algunos astrólogos predicen el fin del mundo por el día de un eclipse total de Sol, el 11 de agosto del 1999 (¡es extraño, pero el fin del mundo ya paso por nuestro lado, parece!) o un día sin ningún problema con los transportes aéreos el 11 de septiembre del 2001 (¡lo menos que podemos decir dentro de este triste historia es que los videntes no han visto venir estrictamente nada!), ¡mientras tanto la mayoría de los astrólogos y de sus clientes no tienen ningún conocimiento del cielo verdadero (de los astrónomos) y no conocen nada de los movimientos y de las características de los objetos celestes!

Lo que es claramente menos divertido es la utilización lamentable de la astrología por un cierto número de casos, el reclutamiento por las agencias de "cazadores de cabezas", la gestión de las empresas, las decisiones políticas, la sustitución al terapeuta, la utilización por ciertas sectas peligrosas (Nueva Acrópolis, Scientología), así como ciertas pretensiones aberrantes, como la de querer hacer enseñar sus elucubraciones al nivel de la universidad, a la gran vergüenza del cuerpo docente.

Mientras tanto ciertos astrólogos explotan la credulidad pública, incluso la de nuestros dirigentes, de manera desvergonzada, otros prueban de dar un barniz de respetabilidad a su doctrina, queriendo hacer creernos que sería la panacea universal...

Los astrólogos no han jamás podido probar que sus afirmaciones podrían ser admisibles a otro nivel que de las creencias (por lo mejor) o que de un simple engaño (por lo peor). Entonces, ¿por qué deberíamos conceder cualquier interés a sus aserciones? y ¿por qué deberíamos vaciar nuestra billetera para aprender lo que ya sabríamos o lo que un psicólogo o un psiquiatra puede decir de mejor manera por claramente menos caro?

¿Entonces, podemos dar nuestra confianza a un astrólogo?



La astrología puesta en duda por las ciencias (desarrollo)




Una nueva argumentación de importancia contra la doctrina astrológica:

Descubrimiento de un trans-neptuniano más grande que Plutón
(Plutón descalificado de su título de planeta mayor)




Una argumentación más clásica contra la doctrina astrológica:

Fuerzas gravitacionales y fuerzas de marea




Bibliografía



Los variados estudios estadísticos, hechos estos últimos cuarenta años sobre la relación de la gente con las creencias en las ciencias falsas, mostraron claramente que las mujeres son dos veces más crédulas que los hombres, por lo menos a propósito de la astrología, mientras tanto el nivel de credulidad está decreciendo con la edad. El nivel de creencia tiene dependencia del nivel de estudios y de la profesión, por lo que concierne a la astrología, los docentes (niveles básico y mediano) siendo un tanto, de manera bastante sorprendente, más crédulos que las otras personas (graficos siguientes según el texto Los franceses y las creencias).








Por lo que concierne la reacción eventual de los lectores


Se debe notar que esta serie de artículos sobre la no admisibilidad de la astrología al nivel científico y su ausencia de pertinencia al nivel racional me ha ya valido numerosos mensajes electrónicos (así que algunas cartas muy largas de astrólogos paranoicos y delirantes, verdaderos pedazos de antología que estoy quedando preciosamente, tanto muestran de manera evidente la falsedad del discurso astrológico y la mala fe de sus autores, llamados honestos y desinteresados, pero más maliciosos rematados). Estos mensajes pueden ser muy generalmente clasificados en dos tipos muy diferentes, los mensajes de apoyo y los mensajes agresivos e insultantes.

Los mensajes de apoyo, un poco menos numerosos que los otros, muestran claramente que una parte de la población francófona e hispanohablante no está crédula y que el discurso seductor de los astrólogos no tiene siempre éxito. Mayoramente, estos mensajes emanan de personas ya convencidas de la ineptitud de la doctrina astrológica, astrónomos amateurs, eruditas o filósofos, incluso autodidactas, quienes ya estudiaron este problema. Estos mensajes están bien escritos y, muy generalmente, no contienen ni agresividad, ni vulgaridad, y yo me apresuro, por supuesto, de contestar a estas personas con las cuales un debate sereno se emprende a veces, debate que puede eventualmente me incitar a modificar una parte de estos textos. Ciertos mensajes pueden por otra parte venir de personas un poco simpatizantes de la doctrina astrológica quienes buscan a abrir un debate sobre este tema sobre bases cordiales y decentes, dentro de un respecto mutual de las personas, debate que será siempre aceptado.

Los mensajes agresivos e insultantes vienen muy mayoramente de astrólogos profesionales y amateurs, incluso de simpatizantes bien indoctrinados y/o de paranoicos arrogantes y pretenciosos (caso manifestó de uno de los últimos a la fecha de hoy, un llamado Roger15 nativo del Cantal, Francia, y cartero jubilado, quien se está divirtiendo a insultar a la gente con Internet, ¡no teniendo probablemente nada más que hacer de su tiempo!), quienes no soportan que su creencia y/o su ganapán sean puestos en duda. El nivel de estos mensajes es muy generalmente grosero y de una grande bajeza, incluso de una vulgaridad crasa, lo que, en ningún caso, no puede desembocar sobre una cualquier consideración de mi parte, ¡por supuesto! Todos los argumentos más miserables, más despreciables y más mezquinos, inclusos los más lamentables, a veces combinados de menazas veladas, están usados para probar, vanamente, de impresionar el autor de esta serie de artículos y forzar a sacar estos textos de la red Internet. Es casi inútil de decir aquí que estos mensajes groseros no hacen nada más que reforzar mi opinión sobre la no admisibilidad total de la doctrina astrológica y que no cambiaran estrictamente nada por lo que concierne la accesibilidad de estos textos sobre la red Internet.

¡Se debe notar que la estupidez de ciertos astrólogos es bastante inconmensurable (lo que prueba largamente que Albert Einstein tuvo toda la razón cuando hablaba de la infinitud de la tontería humana)! ¿Una prueba de eso? El texto agresivo respecto a mi persona insertado en enero del 2010 en el ex sitio Internet Le Post por un(una) cierto(cierta) "astrevolution" que no deja ninguna firma identificable (pero, dentro de las últimas noticias, podría ser una cierta Monica A...). Este texto, que he hecho desaparecer a la brevedad con respecto a su carácter insultante, era por otra parte de una mezquindad grande y de una nulidad crasa. En efecto, el autor de esta prosa malsana era totalmente incapaz de dar un cualquiera argumento racional por la defensa de su doctrina astrológica, no sabiendo hacer otra cosa que probar, vanamente, de ridiculizarme de una manera estúpida. Apareció inmediatamente que esta manera de hacer era particularmente despreciable y no muestra más que la estupidez del autor. Lo más divertido, en esta historia lamentable, es que este autor habla de golfo, palabra que me parece perfectamente caracterizarle…







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Este documento ha sido realizado por Christian Nitschelm